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©Arduino Vannucchi
Ayer este emblemático restaurante barcelonés celebró con la prensa su 30 aniversario. Y es que hace ya tres décadas que Josep Olivé abrió las puertas de su “casa de comidas seria y honesta”, como define su establecimiento.
Situado en un inicio en la esquina de Muntaner con Còrsega, en el año 2000 se trasladó a la calle Balmes donde sigue vigente el gusto por la buena mesa y los productos de temporada.
En estos 30 años, Josep Olivé ha inaugurado otros cuatro restaurantes que son un modelo de cocina familiar, catalana y mediterránea. Barceloneta (1996) en el Moll de Pescadors, único por su pescado y marisco aderezado con unas vistas privilegiadas. Paco Meralgo (2002), taberna de tapas situada en la misma esquina del Eixample donde nació L’Olivé. Vinya-Roel (2005) en la calle Villarroel 190-192, restaurante-enoteca de comida tradicional catalana, que además es tienda de vinos y licores. A ellos se unió en 2008 Tuset, un establecimiento que sigue la filosofía de este grupo de restauración y que ofrece una gastronomía basada en productos de calidad y en la auténtica cocina tradicional catalana.
Con Francesc Grau al frente de los equipos de cocineros desde que L’Olivé abrió sus puertas, los cinco establecimientos tienen un distintivo común, calidad en un entorno agradable para disfrutar de una cuidada gastronomía, que innova pero a la vez mantiene los valores tradicionales. Valores como la transparencia, siendo pioneros en el diseño de cocinas abiertas de cara al cliente.
Una norma de la casa es que todos los productos sean naturales, frescos y de temporada. Legumbres, verduras y frutas van directamente del proveedor a la mesa. Las mejores carnes procedentes de crías alimentadas al modo tradicional. El pescado y el marisco salido del mar son frescos del día.
Estas reglas inamovibles en la cocina han supuesto que los cinco establecimientos se hayan consolidado como una sólida empresa de restauración arraigada en el Eixample y la Barceloneta.
