Bodegas Barbadillo –fundada en 1821–, elegida Mejor Bodega del Año en los Premios Guía Peñín 2015, y uno de los referentes más importantes del Marco de Jerez, celebra este año el 40 aniversario de su vino emblema, Castillo de San Diego, conocido por todos simplemente como Barbadillo.
Floral, afrutado, armonioso, ligero, Castillo de San Diego tiene un sabor único, reconocible por millones de personas en todo el mundo. “Es un vino tan emblemático que sólo decir Barbadillo su imagen aparece de inmediato” asegura Víctor Vélez, director general de Bodegas Barbadillo y responsable, junto a su enóloga Monserrat Molina, de posicionar a Castillo de San Diego en la mente y en el recuerdo de los amantes del vino.
La historia de Castillo de San Diego comienza mucho antes de su creación. A finales de los años 60, Antonio Pedro Barbadillo Romero- Toto-, por entonces presidente de Barbadillo, descubrió en sus viajes por el extranjero vinos que maridaban a la perfección con pescados y mariscos. A su vuelta, Toto intentó reproducir aquellos vinos utilizando como base los ingredientes que ya se usaban en las manzanillas y jereces de la bodega e incluso llegó a hacer pequeños experimentos de fermentación en el frigorífico de su casa hasta que en 1975 construyó una planta de vinificación en Gibalbín. Fue entonces, al profesionalizarse el proceso y las técnicas de elaboración, cuando logró dar con la mezcla perfecta, germen del que sería el primer vino blanco de la tierra de Cádiz.
De color amarillo con reflejos verdosos, propio de la juventud del vino, Castillo de San Diego es alegre en nariz, sabroso, con aromas delicados de flores blancas y frutas tiernas, y gustoso, elegante, y ágil, con, en boca. Es el perfecto acompañante de tapas, aperitivos y entrantes como el jamón, quesos suaves y frutos secos. Su particular sabor es, además, el complemento ideal de pescados, mariscos, ahumados, arroces, verduras y comida asiática.
Más información: www.barbadillo.com