A este restaurante madrileño se puede acudir con el novio o la novia, con los amigos y las amigas, con los padres, con los hijos y hasta con los abuelos. Y es que Velázquez 128, es un espacio donde se tenga el perfil gastronómico que se tenga, se hallan platos al gusto de todos.
El chef Carlos del Portillo, curtido en cocinas madrileñas míticas como el hotel Ritz, el Cenador de Salvador o Príncipe y Serrano, domina el arte de lo imposible conectando con todo tipo de público.
El recorrido gastronómico de algo más de un año del restaurante Velázquez 128 no viene más que a demostrar una cosa: que se come bien, muy bien, y que su propuesta ha venido para quedarse. Dividido en tres espacios diferenciados –zona de barra, de picoteo y sala- , la oferta gastronómica de este restaurante situado en la madrileña calle de Velázquez es un compendio de excelente materia prima y hechura perfecta. En la carta conviven platos tradicionales con otros de marcada tendencia asiática y nikkei. Además, diariamente se ofrecen un buen puñado de platos de mercado, haciendo en estos meses hincapié en la caza y las setas, que todavía están de plena temporada. Fuera de carta está de modo habitual la becada guisada, un ave de caza exquisita con el que el chef despliega todo su arte.
Respecto a la carta de vinos esta contempla unas cuantas referencias de calidad, con la singularidad de tener vinos de la propia bodega, esto es, de la bodega Sánchez Carrascal, con D.O. Ribera del Duero y Rueda, también propiedad de Augusto Sánchez, gerente de Velázquez 128. Los vinos de Sánchez Carrascal están elaborados por el enólogo Isaac Fernández Montaña, y la producción se limita a 150.000 botellas de diferentes vinos: jóvenes, robles, crianzas, reservas y vendimia seleccionada. Además de los propios, también encontramos una buena representación de distintas denominaciones de origen, así como algunos vinos foráneos de renombradas zonas.