Publicidad
El último estudio publicado por la Organización Mundial del Turismo revela que la comida es lo que mejor recuerdan de un viaje la mitad de los turistas internacionales (el 54%). Es decir, cada vez existen más viajeros foodies: turistas que viajan, y recuerdan los destinos que visitan, por motivos gastronómicos. Para todos ellos, El Andén, -restaurante del hotel Barceló Málaga-, es un ‘must’. Con acceso directo desde la propia Estación María Zambrano, su concepto está inspirado en los trenes más legendarios de la historia: el exótico Tren a las Nubes, el lujoso Venice Simplon-Orient-Express, el sobrio Transiberiano, y sin salir de España, el palaciego Al-Ándalus.
Cada temporada la carta del restaurante está pensada para viajar con el paladar sin necesidad de salir del hotel. ¿Cómo? A través de diferentes menús basados, cada uno, en productos de temporada y con un guiño al recorrido de cada uno de los míticos trenes: el delicioso bifé de chorizo rememora el argentino Tren de las nubes, el tartar de salmón con blinis nos transporta por el ruso Transiberiano, y el solomillo de ternera bourgignona alude a un vagón del Orient Express.
Viajando a mordiscos
Este verano, la carta de El Andén viaja en el Al-Ándalus porque ofrece a los huéspedes la posibilidad de sumergirse en un viaje por los emblemáticos pueblos andaluces. Gracias a una carta basada en productos típicos de la región como el bacalao crujiente alboronia de verduras y cremoso de hinojo, la lubina de anzuelo a la roteña y el atún rojo al grill con ensalada fresca de zanahoria morada nazarí. Para aquellos que prefieran carne, no deben perderse el cochinillo al aroma de azahar. De postre: unas deliciosas torrijas con helado.
Sorbitos en su bar B-Lounge
Junto con las últimas tendencias gastronómicas internacionales adaptadas a la cocina local, el huésped podrá disfrutar también en B-Lounge de una amplia carta de short-drinks, que permite la posibilidad de tomar media copa o medio cóctel. Versiones mini de bestsellers como Short-tonics Orient Express o Bloody Japón, un guiño adicional a los viajeros más foodies.
